jueves, 28 de marzo de 2013

Extremadura: cuando dejo tu luz



Embalse de Torrejon-Tajo. Parque de Monfragüe

Extremadura,
cuando dejo tu luz,
cuando dejo tus cielos y dehesas,
raíces como llamas
palpitan en las ubres de los campos,
se lamentan encinas y alcornoques,
enmarañados en sudarios blancos.

Me voy entre corrales
que expanden la esencia de Hervás,
con el impulso de la brisa
corriendo un laberinto de colores y sombras,
Me voy
con la luz de los ojos encendiendo la judería,
con el murmullo del rosal
agitado por un guante de gorriones.

Me marcho con los buitres en la paz de Monfragüe,
cuando los brotes de la lluvia
duermen el vientre de las nubes,
y a lo lejos, el Tajo serpentea
fantaseando aves en su espejo.

Me marcho,
Cáceres incendiada,
cuando suena la música amarilla
de oscuros limoneros
bajo el pálido nácar de la luna.



miércoles, 27 de marzo de 2013

Catedral

Catedral de León (Nave central)
Al poeta Julio González, leonés exiliado en Bilbao

Catedral, gigantesca luminaria
que enciende su armadura
en los tizones de la sombra.
La llama tras los gestos
profundiza en las máscaras.

Catedral, en tus vidrios el tiempo está apretado
como una granada madura.
Aquietan el silencio
dos aceros devueltos a tus flancos
mientras crece el misterio de un velado torbellino.

La piedra estalla
ante el delirio de color que arde
en tus fachadas,
y ya, las horas, libres de su encierro,
reposan absolutas en las calles.
Son
tiempo habitado
que progresa y madura.
Es tu inasible devenir
repartido en dos mundos
―erráticas entrañas golpeando luz y sombra.

Catedral, brasero de siglos,
estrella de aleteo intacto,
escinde tus enigmas
en una transparencia desollada.

martes, 26 de marzo de 2013

Comtemplemos el orbe superior

Noche estrellada. Vicent Van Gogh

“Miremos. En el orbe superior se entretejan
el firmamento cuádruple que sostiene el diluvio
y las inalterables estrellas planetarias”
Jorge Luis Borges

Triunfales, en el orbe superior,
las constelaciones se encauzan infiltrando la plenitud.
Es el orbe una redención de la carne infinita
y de todas las voces ultimadas.
Regálame el enigma,
el ritmo de esa melodía cegadora,
y observemos el orbe superior,
el número secreto tras la plata encendida.
los semblantes de la luz en frío naufragados.

Contemplemos el orbe superior,
los claveles de la obertura, la materia del tiempo.
Trencemos un diluvio en ese cementerio mineral.

Contemplemos, latentes,
los temblores de las centellas
los símbolos hipnóticos en piedra encandecidos

¡Y gritad siempre,
proclamad
que habéis sentido!

jueves, 21 de marzo de 2013

Contra los vidrios

Clothing store. Richard Estes.

Contra los vidrios
la seda de tus labios sacramentales,
tu lengua traducida a mariposas.

Tu esplendor es el semen que fertiliza el aire,
un coágulo ebrio del asombro,
el ascua de los vidrios
proyectando un hechizo sin murmullos,
o más bien sin sentir el brillo del olfato.

Contra los vidrios
he llegado al desollamiento
encaramado al éxtasis de tus muslos imberbes
con apenas la seda del dulce romavali.

Contra los vidrios
la codicia abandonada
al precipicio donde se escombran todas las tristezas
y el rencor del sentido defraudado.

Contra los vidrios
carnea el bronce de tus nalgas temblorosas.
Contra los vidrios
te estoy leyendo el alma.

Camino a Sevilla

Campo de amapolas

El silencio despierta,
huye y se esconde
en la hierba amarilla de este páramo
que, mancillado, extiende su pecho contra el cielo.
Crepitan pájaros inmóviles
en el azul más puro, en el deseo grana.

Una rosada pulpa
tiembla en sus muslos rubios.
Un jadeo cual eco que se oprime,
reflejo que transpira,
asciende rayando la tarde.
Nadie lo escucha.
El tiempo cabecea en un instante
desmesuradamente largo,

lento.

miércoles, 6 de marzo de 2013

Percibo un rumor apacible

Grainval Near Fécamp. Claude Monet

Hay naves en el cielo, perdidas a lo lejos.
Marfil, la escarcha riela entre la bruma.
Es la rosa del alba: sol en la leche evaporada.

Percibo un rumor apacible de distancia remota;
cafeteras de acero calentando una memoria empantanada,
…aquellas carretillas trotando bajo el monte,
chocando descarriadas al pie de los cantiles.

A veces, se produce una señal
y desde su destello se siente la condena renovada;
el perfil de la pena se restituye líquido,
chorreado en la lluvia,
resbalando en la queja íntima de una omisión
o de un recuerdo pálido
—cualquier noción de un ser
gravemente desesperado.

Nada me importan ya los sesudos problemas de los hombres.
La furia sancionada de lo humano,
su llaga de violencia comunal, me desalienta.
Sólo deseo el labio ardiente, la palabra voraz,
una herencia posible en la belleza,
el impróvido vientre insomne,
enfebrecido en el carbón de un sueño
―armonía.