viernes, 1 de abril de 2011

Giramundos

Richard Estes

Gira la tarde y se incendia en tu vientre.
Giran el polvo y la acidez del limonero.
Giran tus ojos verdes en la celda de las voces
de las muchachas amarillas en sus vestidos apretados.
Da vueltas el Otoño sobre las nalgas de otro siglo.

Giran y vuelan las velas en las naves,
el motor de los vientos
las hojas de la piel
… tus serpentinas.
Giran los tiempos de los vinos en tus labios de almendra.
Gimen todas las voces en tu frente.
Da vueltas la premura de tu tacto en el rescoldo de mis dedos.
Golpea la pasión al borde de tus muslos.
Giran las casas y sus cosas,
la mansedumbre de tu nombre,
el tigre del olvido.
Giran los vendavales de las almas,
la lluvia toda; todo el hielo.
Dan vueltas los terrenos del animal oscuro,
sus minerales, sus dientes en cuchillo.
Giran los paladares en sus cielos de azúcar,
las ciudad en sus goznes de ceniza,
los mares en la boca de los peces.
Gira la flor solar y se desvirga por los campos.
Giran los astros en su origen;
la pira de sus médulas.

Danzan los esqueletos de los dioses
en esta tarde que se detiene al fin
y cabecea muy cansada sobre las sombras aún calientes.

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