Un nombre devorado, fugitivo y oscuro
me deshabita.
No es nada
sino nadie
que en todas las salidas me detiene;
inercia que me da casi el sentido
de las manos huidas, de la carne de piedra,
de la sangre de piedra y fiebre disipada;
ternura y semblante partidos
de la tierra partida por la guerra.
Un ala quemada es este silencio sobre la piel.
Un ala que no es pena
porque ya es polvo o aceite errático,
turbio como el veneno;
túnel donde se endurecen los ojos
como planetas apagados,
facciones sin memoria.
1 comentario:
Me encanta la imagen una excelente representación del cubismo.
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