Jardín de la casa de Pilatos
En Sevilla, a la cuatro de la tarde,
cuatro soles hambrientos retumbaban
despeñándose rojos por los montes;
agrandaba el jardín ante la sangre,
la umbría deliraba sed de tiempo
y la tarde expandía su demora.
El profano marfil de las efigies
vaporizaba el sueño de la luz.
Se glorificó el verde más errático
y fue polvo inmolado en los insectos.
Derramaban los muros en los llantos
amarguras disueltas en la fuente.
El catarro del grifo se hizo ronco;
los peces se atoraban en el agua.
Los paseos trotados en la niebla
y telarañas sucias de horas canas
revestían veredas y parterres.
Mientras ella dormía en un banquillo,
una lúbrica esencia despertó
y extendió su designio, confundida
con los acalorados balbuceos
de los ramajes en la hora cumbre.
Un benéfico augurio de palomas
ceñía la dulzura de sus pechos.
Sus piernas, en dos cuerpos taciturnos,
sutiles, presentían descarnadas.
Una angustia empedraba sus delicias
―cárdena y confundida cruz remota.
Una nevada de ámbar anegó
su vientre ―sensorial como la nube
exaltada de sexo cuando amó
bajo el Sol de Castilla ―años atrás.
Entre los muslos rubios mis dos manos;
un cárdeno pudor ―febril urgencia
subía su columna vertebral
como un columpio roto con chiquillo
adentro que se eleva disparado
esparciendo virutas en el cielo.
Todo el aire restante se partía
provocando extensiones de su cuerpo.
―su yo sería más que el yo de ella,
con el yo de otros más: mármol divino,
pájaros detenidos, hojas muertas…
sería soledad con azotea
interior que aglutina tanta gente
como las espesuras tragan luz.
Tibias, prestas, sus manos minerales,
por el ópalo rosa de un nudillo,
se dislocaba su alma; como espada
se hundía en la espesura del silencio,
en la matriz vacía de los vidrios,
que ―cual madre cabal― toda se colma
de manantiales lácteos; sustento
proteico en lo profundo del instante.
2 comentarios:
Amigo Ferreiro: Había leído ya este poema en el foro de Alaire y en esta segunda lectura me reafirmo en la muy favorable impresión que me había causado. Magníficos endecasílabos plenos de sensualidad, que evocan con gran maestría una multitud de sensaciones.Da gusto leer poemas así.
Un fuerte abrazo
Ante todo, amigo Esteban, perdona por el retraso, pero es que acabo de ver tu comentario.
Celebro que lo hayas disfrutado.
Un abrazo
Publicar un comentario