lunes, 2 de septiembre de 2013

Como una lancha sumergida

El puerto del Havre de noche. Aureliano de Beruete y Moret.


Hace tiempo que empuja la estación.
Se enciende la belleza
en el calor paciente de la casa.

Cuando te fuiste
se perdieron los huesos del verano.
De la ropas tiradas en el suelo
quedaron trozos amorfos del amor
y exfoliados aromas de una carne
ya muy lejana.

El temor y el ultraje hablan
de las cabezas, de las extravagantes mímicas
de los derrotados.

Pero así como titila en la niebla
el filo de un cuchillo,
reaparece tu presencia
en la humareda de los días.

Todas las cosas de la ausencia,
son como buques quietos
que no lastiman; en su desesperación
van rozando desde muy lejos
los objetos marinos
y también los delfines interiores.

Pero sí que duele el peso de algunas maromas,
esa animalidad que surge
inesperadamente
en la frialdad de los puertos,
sesgando las esquinas, tropezando
de frente con los sólidos
del aire,
antimateria impura,
revés de los acuíferos de oro.

El postrero naufragio de tu avance
resistirá como una lancha sumergida,
envejeciendo quieta
pero soñando,
y que llega así; llega
abandonada a su morirse.

1 comentario:

Rocio dijo...

Disfruto mucho de la poesía de los especialistas en esta cuestion y por eso trato de disfrutar de leer mucho cada vez que tengo la oportunidad. Me interesa tener la posibilidad de comprar pasajes miami y por eso quisiera disfrutar de poetas de EEUU estando en dicho país