Mujer durmiendo. Anómino
La perfila
un espacio cerrado de penumbra.
Es una fosa
el pálpito de su letargo.
La sellan
los trabajos del laberinto.
Su cabello,
cascada de azabache,
se derrama en el lecho
sobre un dorso lamido y una luna carnívora.
Sus nalgas pardas,
de pardas,
largas raíces
hundidas en la noche, absorbiendo
sus líquidos templados
Sus cánulas abren el germen.
Un cuchillo retira las médulas.
Ha estallado un tumulto en la sed de los labios
―sus alambradas.
Es el sacrificio del Ser
y su fragancia en el origen.
Yo soy su luz;
exacta a un Sol caliginoso
pero más denso
y con todo el esperma renovado.
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