martes, 4 de octubre de 2011

Permanencia

Pepe y Eugenio en Cáceres

"Del padre al hijo voy yo”


I

Circunscrita en el óvalo del rostro
mi imagen sube a ti desde un fondo impreciso.

Sucumbiré en el hálito de tu palabra.

En tu mano quema mi mano.
En tu espalda nadan mis peces.

Me extinguiré en la llama de tu piel.

En la nitidez de tus ojos
anidarán
las luces de todos los nuestros.
Los que han sido antes que tú.

Me consumiré en ti,
pero persistiré en el calor de tu palabra
y en el resuello de tu piel.

II

Al vacío me asomo de tu pupila vasta,
toco el aire en tu rostro ―flor azul de la aurora.
Toco musgo cerrado que brota sin demora
en la extensión del pecho; tiento carne entusiasta.

Llena, sublime ser, el mar iconoclasta,
la sed voraz del tiempo, el perfil de su eslora.
Retarás el engaño, cosecharás su flora,
el hastío en el páramo, el reto en la subasta.

Común entre las máquinas, hallarás la ternura
en el frío dolor de las orcas suicidas.
Tuyos serán los vientos que esparcen los molinos,
la sed de las cromátidas en la piel encendidas.

Eres la evocación de una incierta aventura
―bálsamo de azahar en todos los caminos.

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