domingo, 30 de octubre de 2011

Basalto solar

Desnudo. Pére Pruna.

Acaricio la hoguera de tu cuerpo
y adentro de tu vientre embarazado
escucho muy remotos los mares primigenios;
mientras los cromosomas se dividen,
ronda su voz en un susurro:

―nosotros germinamos a los dioses.

La latitud nublada de las aguas
amortigua el clamor
y la vida se extiende
como una gran cortina roja,
donde la mirada gotea ―sumisa y lúcida―
un rocío de círculos disímiles
―cosas de la retina, fábulas,
sueños de la materia.
Una gran ala acoge a todos los misterios
en la proximidad de una distancia
atroz y melancólica:
los nichos de la luz
donde vierten las brasas jóvenes.

Yo sé que en ese ojo de las formas
se expande el muérdago
y yace encandecido el basalto solar
del mineral impuro.

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