jueves, 12 de diciembre de 2013

Gimnopedia

La Danza. Henry Matisse

Quién puede soportar una noche de sangre sólida,
el alma destrozada
y los lobos que esperan.

Se precipita el sueño en la llanura,
se dispersa en la brisa como la fatiga en las manos.
No existen límites,
toda la muerte se diluye al alba,
las negras apariencias,
los imaginarios horrores.

Sube al llano del monte,
el primero que el Sol enciende
y baila para mí la Gimnopedia.
Te prefiero
poseída en la luz
que gozada por una noche carnívora.
Templa tus nervios,
salvaje e hirsuta como la piel de los escudos.
Es de opio el resuello
que embriaga tus ojos francos,
muy grandes, inundados de océano.
Ciñe al dios, apura el deseo,
ropas, curvas, muy largas,
el trazo del perfume pintando el aire;
una seda infiltrada del aroma
se repliega en mi pecho.

Baila,
quizá en nosotros se acreciente la paz.
Elévate,
quizá se encienda el firmamento en nuestras sienes
y logremos sentir el corazón de las estatuas.

Sube a conmemorar las cruces de tu juventud
mientras pasan los hombres,
mientras la tierra pasa
y me queda este goce
para el resto del pensamiento

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