sábado, 30 de noviembre de 2013

La cal de los paredones

Paredones de fusilamiento

A todos los olvidados de nuestra memoria histórica

Cabellos negros, serpientes negras,
tumbas abiertas, cueros vivos.

En la cal de los paredones
todavía germina el ocio de las balas.
Hay cruces encendidas bajo el suelo;
se ven sus llamas
en la flor de las fosas.

Esta tierra desprende recuerdos,
huele a claveles rojos que entintan la memoria.
Entrelazados mares se pudren aquí dentro.

Todo se quiere confundir,
hay tanto sueño al fondo de la contienda...
Hasta la sangre
que no cesa
se quiere secar en el olvido.

A dónde mira una ventana enterrada
sin los ojos del día,
sin el aliento de las semejanzas,
sin la noción
de los rostros soñando.

La permanencia en el amor
es una ola
siempre reventada de espuma.

1 comentario:

Francisco Enrique León dijo...

Algunos mensajes nos gustaría que nunca hubiera necesidad de emitirlos, empiezo así, Ferreiro, en una vuelta de tuerca con la que deseo acercarme a aquellos que me habéis dado buenos momentos y si además, como es tu caso, escribís bien se hace más fácil. Creo que este poema tuyo sabe extraer el pulso de lo terrible, arrancar la repulsa de lo que nunca se debe hacer, duro e impactante.

Un abrazo.