sábado, 28 de junio de 2014

Muerte en Noviembre

Geogre Dyer. Francis Bacon.

Allí sentí
la gran estafa de la vida,
cuando empecé a vivir la muerte de mi padre.
Era el tiempo de hurgar, de cachear el tiempo,
y yo lo veía llegar
en la marcha rastrera de una serpiente colorada.
Era un desasosiego antiguo
que retumbaba en las ventanas
tras el látigo de las ramas,
como en los viejos tiempos
cuando el miedo se descubría
en los ojos sombríos de los perros.

Sí, fue allí que sentí el chantaje
de la vida, en los silencios
de sus mandíbulas al dislocarse,
en los sonidos que miraba
a través de su cráneo transparente,
y en el quieto vacío de la boca
con la mota de polvo que flotaba,
una contemplación que borró el llanto
y todas las palabras,
como si entrase de repente en la estancia
la luz oscura
de los tulipanes negros de Holanda.

Yo sabía que contemplaba
la otra orilla, que venía a mí
como un mirlo a las manos.

No hay comentarios: