sábado, 30 de noviembre de 2013

La cal de los paredones

Paredones de fusilamiento

A todos los olvidados de nuestra memoria histórica

Cabellos negros, serpientes negras,
tumbas abiertas, cueros vivos.

En la cal de los paredones
todavía germina el ocio de las balas.
Hay cruces encendidas bajo el suelo;
se ven sus llamas
en la flor de las fosas.

Esta tierra desprende recuerdos,
huele a claveles rojos que entintan la memoria.
Entrelazados mares se pudren aquí dentro.

Todo se quiere confundir,
hay tanto sueño al fondo de la contienda...
Hasta la sangre
que no cesa
se quiere secar en el olvido.

A dónde mira una ventana enterrada
sin los ojos del día,
sin el aliento de las semejanzas,
sin la noción
de los rostros soñando.

La permanencia en el amor
es una ola
siempre reventada de espuma.

lunes, 25 de noviembre de 2013

El último amante

La cercana pubertad o Las Pléyades. Max Ernst

El último momento, el del último amante.
El vencimiento de los mares.
La derrota
inútil
de la pena.

El río desespera en su quietud,
cuando vuelvo es la misma agua
la que fructifica mi sed.

A ti y a mí, nos extravía una respiración
como un camino que se pierde a lo lejos,
la curva de un puñal
en un domingo por la tarde;
paisajes de llagas, de nervios,
de cerebros que olvidan.

viernes, 22 de noviembre de 2013

Espérame en cualquier sitio

Habitación de hotel. Edward Hopper.

Alguna vez la vida tuvo fe
y miradas henchidas,
forzando al agua
a una crecida más cercana.
Puede la lucha –diosa intensa-
devolvernos los nombres,
para ser las columnas
de amor de cualquier día.
No puedo entregarme al futuro sin esta luminosa certidumbre.
¿Quién no suplicó alguna vez
incorruptible
al cabo de los cuerpos destrozados en la miseria?

A la hora de subsistir
los años
han de ser compartidos.
Espérame
en cualquier sitio.

domingo, 17 de noviembre de 2013

La luz traspuso una grieta

Grieta. Fotografía de Gonzáles Pedemonte

La luz traspuso una grieta;
de repente empezó a llover
el azúcar quemado de la tarde;
todos los aldeanos
degustaban el cielo, los últimos granates
del cielo que caía.

Entonces fue cuando me olvidé;
nada más me olvidé.
Sólo recordaba la sed de las manos.
También sentía
el corazón magnánimo con su ritmo de furias,
y una mirada rebosante de estrellas vacías,
esas que casi oscurecen el centro de la galaxia.
¿Qué cómo es una estrella vacía?
Las estrellas vacías no dan aroma,
sólo son una claridad difusa
como unos pies desnudos que orillados se intuyen en el agua
o una madre soñando en su útero un niño casi transparente.

La luz atravesó la grieta, la última grieta;
entonces fue cuando decidí desaparecer.
Pero antes comprobé que todo se cumplía en la disolución.
De los rompientes de la tierra
solo quedaban redes de frío que alargaban los vientos
y la configurada dicha de mi cuerpo en la cumbre.
Todo iba por fin desvaneciéndose.

Ahora,
salpicado de algún que otro espacio,
el tiempo es cada vez más mío.
Lo malo es todo este olvido amontonado,
siempre aislado entre recuerdos,
tal como ocurre en esos calveros del monte
donde los árboles parecen proteger la evidencia de una nada.

Aunque los años devuelven algunas cosas,
siempre cambian desperdicios
y mareas resecas por raíces vivaces
desesperadamente buscando sus tallos.

domingo, 3 de noviembre de 2013

verso virgen IV apocalypse now

Fotograma del film Apocalypse now

nos extinguíamos en el cansancio anónimo
de vivir de espaldas
la nada
despertando en las imágenes del pasado
y en los libros incorruptibles
su avance resonaba sobre las losas del siglo

todos los caminos perdidos todas las ciudades sumergidas
todo el poder corrompido todo la selva incendiada
pechos inéditos ofrecidos a la guerra hombres de cristal brillante
colgados de la noche eterna
cadáveres hinchados salpicados por la luna
en opulenta órbita sobre el mundo
estrellas diminutas que caían
muy adentro del corazón
así era la imagen del desastre
después de una lluvia de fuego
después del olvido

ahora sobre mi frente el silencio es una rosa impura
la lluvia se me escapa
como un canto en el pozo de los encuentros

cavad en las tierras del cielo
hasta que sintáis el oscuro silencio del ausente

se intuye la palpitación de una sombra
su deflación de arenas grises
flacas láminas
pero pesadas como planchas de hierro
los millares de formas de uno mismo
presas en sus encantamientos
como una perla no tocada
sumergida en el mar de la tranquilidad

viernes, 1 de noviembre de 2013

verso virgen III

Morning sun. Edward Hopper

el ojo del Sol ama lo que yo amo
el agua que va del mar a mi cuerpo
la luz de la ventana por donde pasa el silencio
y los fuegos blancos del patio

la noche tiene un río de caras
y una mujer que se desnuda abriendo la mañana
así empezaban sus ojos
creando lagos
enjuagando platos y manteles
recuerdos de luz amada
mientras la tierra fosforecía
quemando pensamientos
mientras cruzaban todos los barcos del cielo
imponiendo sus proas de espuma ingrávida

aquella mujer cayó de lleno
en medio de un eclipse que oscurecía su frente
cayó de lleno
hundiendo sus palomas en mis palabras
esta noche otro animal abrirá la mañana

por qué quisimos sentir el mundo
sentir los países que crecían
entre tu ruina y la mía

por qué nunca llegábamos al infinito de la calle
a su semáforo de estrellas húmedas

tendríamos que lavar el corazón
para tocar la belleza del mundo