miércoles, 13 de junio de 2012

Llamo a los amantes

Embrace lovers II. Egon Schiele.

“Llamo a los amantes”
Rene Chair

Emplazo a los amantes,
a su rumor de mechas o de solícitas coronas.

Abre los frutos.
Interpela el relámpago
que ilumina el murmullo de las sienes.
Anégate en los cueros
y en el labio extendido
cercando la ribera de la carne.

Te pretendo en la cima,
en la raya de tiempo
donde la luz se agranda
y el polvo se dispersa.

jueves, 7 de junio de 2012

Sabe la tierra a mi abstracción



Segunda versión del tríptico 1944. Francis Bacon.

“Nada está más vivo, ni más presente, que el peso de la ausencia.
Lo que nunca regresa ya vive para siempre"
Sara Castelar

Tengo un centro sonámbulo que sabe a tierra.
Sabe la tierra a mi abstracción
—una costumbre del origen, siempre fértil;
la vereda donde la luna aplaza el luto
y se derrama el cosmos como una lluvia adolescente,
donde mar y piedra se abren a una espiral de manos suplicantes
— furioso mar diurno, de sangre imprescindible.

De repente, alguien se va
¿Quién reclama el respaldo de su costado interminable?
El ojo de la ausencia ocupa una distancia inmóvil
cuando la inteligencia deletrea todas sus plumas ciegas,
cuando la melodía de su ave inquieta
enreda el aire y extingue el vuelo,
solitaria se agarra al precipicio
deteniéndose en equilibrio sobre sus grietas.

¿Y qué es el otro lado,
la irrupción repentina
del otro lado?
Sólo memoria en distorsión.
Es un hocico grande que se dilata tumescente.
La carne de mi padre
que el tiempo descuartiza.

La primera atadura del fuego con la ausencia
concibe todo el peso de los símbolos,
su íntima constancia en el deseo.
Hay cifras que limitan y ciudades en destrucción.

martes, 5 de junio de 2012

Astillas de diamante



Muerte y vida. Gustave Klimt

Hoy quiero hablaros de mi padre.
De la sangre inerte desbocada en la tierra.
De la pérdida
y su disposición agónica.

Hoy habito en la pena que brilla como un cuchillo en la sombra.
Es inútil la ira.

Existió en un trance de luz que nos imantó desde el Sol;
ahí, en esa fiebre sonámbula, ocurrió todo:
su espacio absoluto, su tiempo reinventado.
La vida fue su única intención,
un acierto que ahora es visible; la memoria la reconstruye,
pero hierve su herida
porque antes de llegar o después de la luz no hay nada,
ni olvido será, porque nadie habrá para olvidar.

Enmudeció. Se abrió una flor entre sus pómulos;
irrumpió una fragancia a tiniebla purificada.
Parecía sentir un rescoldo revuelto
su corazón;
en su última llama me envolvía
mientras los números del agua bajaban a sus sienes.

Tengo su sangre. Tengo sus manos en mi manos.
Tengo la mudez de la tierra
donde persiste el fruto inerte, sin especie
—la insignia deslumbrante de las llagas:
astillas de diamante, el hielo del dolor.

Mirad el tiempo y detened el río.

lunes, 4 de junio de 2012

Sepulcro vivaz

Dánae. Pablo Picasso

En un campo barrido por el aura dorada,
la memoria descansa en órbita oscilante.
Es el Sol una espada hundida en el semblante,
sed de un filtro letal en vasija sagrada.

Un temporal de imágenes se eleva en barricada;
una escoria ruidosa —peregrina ambulante—,
fulgor que el viento inflama. Es la hora palpitante
y la distancia prófuga, en ímpetu arrastrada;

estridencia ocular de sombras a la gloria,
afán de sueño indómito y arrebato fugaz
—espectro transitorio que excita su martirio.

En silencio te aguardo, quimérica memoria.
Eres la flor que asoma al sepulcro vivaz
―hechizo voluptuoso de ignominia y delirio.

Un esqueleto perfumado

Los cuatro habitantes de Mexico. Frida Kahlo

¿Se olfatea un diamante?
¿Se prescribe un clavel?

Danza la vibración de un sacrificio arácnido en la artimaña de tu lecho.
Lame con tu lengua astronómica el plumaje de las estrellas.
Su explosión es coraje de lo oscuro,
la hechicería de un esqueleto balsámico.

Ponle una zancadilla al tiempo,
a su instrumento de agujero flojo,
a su quietud endurecida,
hasta que seas el oxígeno hipado por un ave salvaje
o la estridencia de un golpe brutal
Sé tierra única.
Sé una invención del día
para excederlo.

Sí, fui la sombra que se desencajó allá arriba
en lo pétreo del cielo,
para ir naciendo sáfico tras la sorpresa de la carne.

…échate fuera de esto,
sobre la tierra,
gozoso.