martes, 31 de mayo de 2011

A la salida del cementerio


Cementerio de Brión (Ferrol). Fotofrafía de Victor Bueno Carro.

Con indolente intensidad
contemplo el resplandor azul del cielo.
Se siente el oro de la luz,
cercano, y extraíble
por cualquier espíritu atento.

Una bandada de palomas siembra su gris convulso
en una apoteosis de plumas al galope.
Con el frío teñido a flor de piel,
infantil y ruidosa,
se apremia el agua del arroyo,
jaleando la transparencia íntima de la tarde.

Talla mi sensibilidad
un diseño de reposados dolores,
que, como guijarros gastados, se dispersan
en los paisajes cubistas del alma

La noche pronto empezará a caer,
siempre de cualquier modo;
algunas veces vierte algunas estrellas,
otras es cristalina
como los sueños al coagular.

Detrás queda el cementerio;
y toda esa dorada ceremonia
de destellos, murmullos y pulsos interiores,
mistifica de alguna forma
la extasiada reserva de los muertos.

miércoles, 25 de mayo de 2011

La huella del olvido

Stairway. Edward Hooper.

La huella de la luz es una sombra.

La huella de la música es un silencio blanco.

La huella del placer es la carne abatida.

El olvido son manos cubriendo la mirada
mientras el corazón presiente
aquellos ruidos de la vida trotando la memoria.

Así
los vivos son
una huella en la nada.

Así
la muerte.

El barro de otro hombre


Oedipus and the Sphinx After Ingres. Francis Bacon.

Ahora, en este espacio de avidez,
las estrellas se desparraman sobre la arena
y deslumbran cegando la puerta de las cosas;
una tropa de razas,
una hueste de nombres,
allí fluyen.
Obscena se revuelve la sombra de los siglos,
el mismo fundamento,
la misma arboladura, la misma cera de la carne.

Esta es la traición de la tierra fuente:
calles del pensamiento,
estridente de alcoholes y crespones ardiendo,
una piedra fantasma,
un ala que se da la vuelta,
un color que ya no es perfume,
un relámpago cuya geometría ya no es un lenguaje,
aquella playa donde las olas del tiempo
se alejan
como un persistente latido.

Desgajado, arrastrando las mareas,
se arroja un tigre
contra esas señales destruidas,
y yo llego a mi propio ser ligado con palabras de vértigo;
gravitaciones abajo, sobre las hojas del alma,
persevera amenazante su presencia.
No es solícita conciencia de la muerte,
es el ensalmo rubio de la tierra,
su orilla más calcárea,
el barro de otro hombre.

domingo, 22 de mayo de 2011

La flor sobre los túmulos


Playa de Zarauz. Sorolla.

Vegetaciones rumorosas cual ruedas incesantes.
Sumergidas ciudades a donde descienden los idos.
Quiero recuperar los tejidos del aire
donde encandecen los frustradas gestas.
Quiero recuperarlo todo
como un perlado vástago de primavera.
Quiero salvar la lentitud de la flor sobre los túmulos
que siempre vuelve al cuerpo de la vida.

Yo sé que al final de los mares,
al traspasar de un borde en el vacío,
hay una reverberación
donde la luz
rompe sobre los toldos volantes de las playas
y lo extraviado precipita en el azul.

lunes, 16 de mayo de 2011

Señala lo diverso


The Circus Horse. Marc Chagall

Señala lo diverso, la pelambre,
la pulpa de tu especie,
el cuerpo de la noche, la muerte enamorada.
Tus huesos son un armamento inmóvil,
mitad filo, mitad pelada angustia.
Nombra y devuelve el tiempo deshojado,
sus tímpanos de espacio, sus raíces;
serán semilla rediviva en otros corazones.

Señala lo diverso
en lo dinámico
que se ensancha en el límite
del plumaje escondido entre los almendros.
Digo plumaje por la vaga línea,
por su vuelo de sangre dulce.

Puntea lo diverso y tu pasión alarga;
entre los frutos nace un pájaro,
un latir del color, todo excedido.
Nace un temblor de música
en esa duna móvil de la vida:
la arena de un dolor que bracea la piel,
la nutre, la abrillanta,
la rebosa de un semen vaporoso.
Señala lo diverso,
que el brazo ha de ser arco.
Los seres de los días son sus flechas,
la inercia persistente,
rápida luminaria hacia la sombra.

Alcanzan lo diverso todos los argonautas,
el fuego de sus cuerpos en la corriente de los signos;

retirada marea de esencias prehistóricas:
peces, mitos, rostros sin rostro
...más oleaje.

sábado, 14 de mayo de 2011

En la deriva


Pintura anónima

Esta noche es una matriz germinando tu cuerpo.
En la deriva encallo en tu vientre cobrizo,
vestigio sonámbulo del sueño de las horas.
Inverosímil,
un aroma a salitre
araña en tinta azul las llagas de lo oscuro.

Suena lejano el mar
—las olas son esferas
rodando en la mirada de los peces,
con sus trabadas erres, emes, oes,
tropezando mojadas todas juntas—
Todo en él es materia de ballenas;
se encorvan espaldas de sal
ante el poder mamífero agitado.

Más cercanos percibo mis dominios.
Limitando a mi diestra,
el trigal ondulante y un túnel fascinado
donde pestañea un pavo real.
A la siniestra,
un navío se hunde en la laguna blanca
mientras el manantial derrama sus espejos
en flores que no miran.

Se calienta el mercurio de la sed
y en mi ojo dilatan
las cruces de la noche muerta.
Una lluvia azabache corre detrás de ti
―remando al frente, dos astros gemelos.

martes, 10 de mayo de 2011

El resplandor de las libélulas


Impresión, sol naciente. Claude Monet

Cuando la noche cae
se enciende el brío
de las ávidas flechas.
La luna y sus estratos de sábanas profundas
esparcen la ceniza de unos pechos deshojados
―persiguen la belleza
como a una misteriosa tempestad,
y tú eres la miel de las llagas
o el hongo luminoso que micelia la sangre.

¡Que se tensen los arcos!
¡Que se hiendan los bosques!
y gustemos del ámbar
que derraman los pinos.
Todo enmudecerá
mientras los manantiales
encorvan los relámpagos,
mientras se electrifica el néctar,
y la sed de un aullido
desgarra la metamorfosis.

Mi placer es el río ―su estallido de insectos
cuando un lazo de tu fragancia
anuda el resplandor de las libélulas.
En el acero de tus ojos
redobla una campana
subyugante en la luz de las aguas inmóviles.

sábado, 7 de mayo de 2011

El augurio de una vida

"¿De donde venimos? ¿Quienes somos? ¿A dónde vamos?”. Paul Gauguin.

En lo más insondable de las charcas,
donde lo simple ajusta sus ensayos,
hay un agua fecunda
y un cielo vertical.
Ramos de algas
dejan allí sus jugos esenciales,
y siempre, al anochecer,
se hunde
algún pez transparente.

¿De qué sustancia se construye
el augurio de los mares?

En el sarmiento de la niebla
palpita un vino añejo
doblado
como un pensamiento de humo.
Tú desnudas las lágrimas
y destilas la tinta del amor que perfila los cuerpos.

¿De qué sustancia se construye
el augurio de la carne?

En el sosiego de los cementerios
la penumbra te descompone poco a poco
porque siempre
algún acorde de la muerte se agarrota
continuo en el silencio.
Tu corazón yace pálido como el platino.

¿De qué sustancia se construye
el augurio de una muerte?

Siempre pareces ascender
cuando soy uno en ti
en el más hondo sueño.

¿De qué sustancia se construye
el augurio de una vida?

Cuando se junte un poco de profanación

"The Falling Angel". Chagall

En la playa partido
yace un labio del agua
y el cuerpo tuyo,
siendo.

Alguien resiste
donde afirmas el peso de los mares
y la cresta de las montañas.
Donde en el punto de la muerte
siento mi cuerpo seguir siendo tu carne.
Es la memoria del laberinto,
la de cualquier hombre;
las manos en el vuelo
de una costumbre en la presencia;
el astro, el hado,
la cifra de los cuerpos al borde.

Las tradiciones de la sombra
ordenan lo absoluto
sobre una estrofa de los días.
Que no interesa que si llegan los años,
que si el vencido curso…
como aquel niño
que consagró sus ojos,
estrechando en las manos un mirlo muerto.

Cuando se tense la ocasión;
cuando sea el brote encendido
de un corazón en la azotea;
cuando se junte un poco de profanación;
me quedará el instante
del cuerpo tuyo
...su derrumbe.

domingo, 1 de mayo de 2011

Yo acarreo los mares del presente

L’atelier. Lucian Freud.

He llegado a este mundo
de un golpe desmedido.
Cuando todo nacía de repente
y las leyes del átomo eran entropía orbital.

Lo afirmo muy rotundo:
Yo traigo la sabiduría y el peligro de los milenios.
Toda su trampa se concentra en mí
aviesamente.

Yo acarreo el mar de las horas.
Mi sueño es la revelación:
un pájaro en la bruma me muestra sus entrañas
palpitantes de augurios —su luz de hebras idénticas.
Un latido primario me consume
como a un lignito en fuego.
Se estremecen en mí las brújulas
donde giran las aguas de los días
—mis diamantes—
con la pesantez de una lluvia sin sentido
o un fragmento de música sangrada.

He desplegado el filo del labio comunal
en el sabor urgente
a máquina incendiada o a disparo en la nuca.
He aproximado su envés
al tacto consentido de una navajada en el ojo
—sí, esa del perro andaluz—
abriendo el cardenal de la memoria,
la ilícita expresión en el lado de la demencia.

Doy mi carta de azares a la ilusión de la diáspora,
sin redención alguna.
Doy esta vida al entusiasmo y a sus declives,
que de repente son despeñaderos.

Dos mareas ascienden, una detrás de otra.
Dos aguas y dos noches
en el advenimiento de la profundidad.
Dos aguas y dos noches
crean en mí el matorral humano
y la vulva de su consciencia.

La libre pérdida de Dios
es lo que yo propongo
—la llama de su número
ardiendo la emotividad.