jueves, 22 de diciembre de 2011

El corredor del anochecer

Corredor en la playa. Fotografía de sauron63

“Por la hendidura de tu sonrisa se escapa un animal aullante
Que sólo goza en las alturas”
Paul Éluard

Cielo cortado.
Angostura de claridad.
Imperioso fulgor de la vigilia.
En estos cristales privados
encuentra el Sol su encandecida bruma,
sus ciclos de impasible sufrimiento.

Has cegado todos los cauces,
todas las armaduras predilectas del alba.
Confundidas estrellas encienden tus cabellos.

―corredor del anochecer:
abre la puerta al animal aullante.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Líquenes de hilo blanco


Carretera. Fotografía de García-Gálvez

La carretera era un pasillo infinito, un territorio rubio varadero de sueños; el campo, un desierto de bronce, crudo al sabor de las primeras luces.

Líquenes de hilo blanco demacraban el cielo en la aurora recién despierta que, fermentada en la noche, exhalaba vapores algodón y pastel, como hendiduras del aire vertidas de cerveza: resuello de viajeros que relatan, confusos, la ficción de su odisea, retorno inefable de lo que ya ocurrió y que es ahora realidad en el piedra de los mitos.

Mirando la cortina de agua, un chorrear de fuente enardece sus ojos, que pestañean nítidos al verde de la alfalfa.
Pasan árboles mustios, fugaces a través de la ventana.

Mientras conversan, se encienden las palabras sus labios trémulos y como fuegos de porcelana en frascos invisibles, se rompen en la distancia, derramando recuerdos que deambulan veloces ―liebres que huyen excéntricas, sobre el corvo semblante del páramo.

jueves, 15 de diciembre de 2011

Impresión marina


Playa de Lobadiz. San Jorge (Ferrol). Fotografía de O.G.

Estoy al borde de un acantilado,
el rumor de las olas
pronuncia la distancia,
que parece huir
para cesar en otro mundo.
Tiembla
el aroma a salitre
en la flor desenvainada de la espuma.
En aquellas lejanas piedras
los ruidos
son ardientes e intensos.
Hoy, el cielo está más desnudo
y es su cicatriz
más real.
El horizonte se reclina
como el alquitrán de unos párpados al cerrarse.
La inmensidad
comienza a mecerse despacio.
Oscilo con las luciérnagas en la noche
y siento los gemidos
en el desprendimiento de los astros.
Esta tristeza de hace poco
surgió sin ninguna violencia,
como la angustia
larga de una profundidad.

¡Oh noche,
escucho otro diluvio en ti!
mientras regresa el fruto acerbo
como el remordimiento de la luz,
como las rojas voces
que esconden las gaviotas.

sábado, 10 de diciembre de 2011

Nómadas de piel despierta

Wind from the sea. Andrew Wyeth

Con un mar por testigo,
dispersaba los cantos de la nada inagotable.
En el delirio, en la condena,
contemplaba, sin su concha,
la carne de los hombres.

Y, súbitamente,
como brotes de luz anidados en un sol demasiado blando,
comencé a desear
desesperadamente,
el olor de la tierra amante, extraña… húmeda,
corría los senderos que se escapan
donde el cielo se empaña de oro,
exploraba los términos más profundos del lago
donde la luna lo penetra con sus manos congestionadas.
Yo deseaba,
intentaba buscar,
el repentino golpe de toda el agua
al doblar de una esquina.

Esta claro
que la imaginación averigua en el entusiasmo
los histriónicos gestos de lo sentido.

Pero a mí,
el agua no me llega.
No me basta la vida ni sus ímpetus.
No me sangra
ese cuchillo que segrega a la madre
como una atmósfera recién llorada.
Los días,
en mí,
se mueven como el sueño de un buque en alta mar.

Esta claro
que mis calles se enredan y persiguen
en pos del rastro de los ángeles que cuidan de mi inspiración,
esos que siempre se extravían en la niebla
arrastrando las horas por el fango.
Es la monotonía de la ceguera,
algo efectivamente muerto como un niño sin corazón.

Falta un pedazo de muro.
Falta una cruz en la puertas.
Falta lo mucho de tantos.

Y yo querría ser una libidinosa primavera
que se adensa sobre un puente desvanecido,
un abismo cavado en otro abismo silencioso;
el humo que se asienta en algún ángulo olvidado
o la hoja de papel abandonada
sobre un tiempo que todavía parezca un cementerio.

Yo sé que en el fondo del río
hay nómadas de piel despierta,
cielos sonoros ancorados
a encrucijadas y tiempos indemnes.

lunes, 28 de noviembre de 2011

El guerrero

El guerrero. Salvador Dalí

Hoy he muerto
y me acerco a la tierra recordando el presente;
la disciplina de la sombra es sereno equilibrio.
La zozobra de la nada impregna la lluvia,
la libertad de un corazón sin prisa,
como un barco paciente
ante el tedio oceánico.

Hoy he muerto
y ahora no recuerdo cosas para soñar.
Hay una tenue arena en el olvido,
donde residen todas las cosas fragmentarias:
el cuero de unos ojos,
espejos diluidos,
aves sin tránsito...
Aquí se abre el túnel;
la plomada del pensamiento atraviesa sus cauces
y cuelga la memoria su palabra ocelada;
su hálito se agita sin fulgor
...sus lánguidas ballenas
tragando el kril de los significados.

Hoy he muerto.
Qué aburrido este jueves por la tarde
en la eternidad de los signos
¿qué óxidos corroerán sus bronces?
Hoy he muerto.
Tardía, encumbrada en el delirio,
se desnuda la carne de sus huellas herméticas.

Duele esta pleamar de párpados abiertos.

viernes, 25 de noviembre de 2011

Me llega fulminante aquel puñal



Beso Pajizo. Darío Villalva

Ha huido el tiempo sobre aquel relámpago:
el de tocarte con los dedos los labios.
Más tarde, en la fatiga,
advertimos la línea velada del espíritu.

Este existir agónico de la bomba del pecho.
Este frágil motor.
Un ruido tras otro en la caverna roja.
Movimientos, trasporte de fluidos,
permuta de nutrientes…
desechos metabólicos a combustión muy tibia.
Tengo ilusión en estos balbuceos
y en esas cosas de la sangre,
pero se extinguirá al fin
la dulzura del fruto que ocupa todo el pecho.
Germinarán otros aromas
Oscilará el oxígeno en otros alveolos.
La llave de la sed otra agua.

Dejamos la inexistencia sin memoria
y entramos de nuevo a ella hacia el olvido.

Me llega fulminante aquel puñal.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Casi, la rosa

la rosa

Socava la estación
—pudre la queja, la tiniebla y el coral melancólico.
Palpita una tierra en declive,
—un desierto de piel extrema.
Late y eso trasciende
para tener un mar soñando arena,
un cántaro de sangre y el fulgor en el cielo.
Pero el río tarda en volver
porque aún el agua es llama
y la sed una lengua seca.

Hace ya mucho tiempo,
cuando tú sonreías, ese río sudaba
y era el color
un estallido en el silencio.

—casi era, la rosa.

sábado, 19 de noviembre de 2011

Geologías

Detalle de una erupción volcánica

Los continentes yacen de espaldas a nosotros,
su acontecer se agita en las profundidades.

Desde la claror
que lentamente deja la calima
cuando desaparece sobre el mar,

contemplo
esos toscos relieves de bisonte
que parecen fundar
el sueño milenario que el planeta revive,
los enigmas de piedra
que cifran en sus armazones

un relato esencial.

También veo agrietarse la montaña;
su sangre es una ofrenda,
un ígneo disfraz para curtir el rostro;

sus lágrimas son brasa
de ojos inflamados
que ven durante un parpadeo
para luego cegarse...
y morir.

La infinita delgadez de la luz


Escena del film "Un perro andaluz" de Luis Buñuel y Salvador Dalí.

Esa infinita delgadez de la luz,
estampido inminente de luz en el espejo
―mis ojos cierran dos grietas en la cara.

Luz que desangra luz
golpeada de muerte
―luz exangüe en la tarde,
escombro para siempre.

El pájaro se anuda a su color,
a su instante en el aire que fantasea un término
que no está, sólo es vigente en la retina
―pálpito de un cimiento fotográfico.

Ilusión extendida
por una tempestad que recorre el pasado
y al final sedimenta mítica en los recuerdos,
invertida en los sueños.

La eterna creación de luz urgente
―vasta, desperdiciada,
fija en la superficie matinal.
El claror del azul fulgura en el arenal blanco
―mis ojos cierran dos grietas en la cara.

La navaja tangente
en el esguince más profundo del ojo,
al que duele y excita de placeres y asombros.

Luz que desangra luz golpeada de muerte
―luz exangüe en la tarde,
ceniza para siempre.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Padre, que no ceda tu edad

Los atletas cósmicos. Salvador Dalí.

Ancorada, la carne duerme en un reposo frío:
el mar, la inquietud,
los golpes de la tempestad contra los vidrios.
tus ojos de nieve brillante
cuando los faros gimen la humedad del rocío.

−Padre, que no ceda tu edad,
nunca los años tienen
las longitudes invadidas
por los cuerpos que esparcen el sueño de la tierra.

Aquí, en el mar,
la costa se dilata en una piedra imaginaria
o en un silencio ahogado en el agua,
ese número que detiene la leva universal.

−Padre, tus horas inician la embocadura,
quizá alguien bajo desconocidas formas,
atraviese el paisaje
en una fuga íntima,
mar adentro, a golpes desmedidos,
buscando la cartografía absoluta
que fermentó tu corazón.

−Padre, tu polvo asciende
insaciable y se intuye exánime la esfinge
como un completo error.
Su instrumento pronuncia
la extinción de lo inadmisible.

jueves, 10 de noviembre de 2011

Después de Muerte en Venecia


Escenas finales del film de Luchino Viscontide "Muerte en Venecia".

Está la playa ligeramente iluminada.
Las sombrillas sin viento.
Todo está intacto
y en esfumado balanceo, un barco en lejanía.
El silencio transmite un rostro al océano,
y alguien contempla
como se hincha en la sal su párpado de cobre,
como, en los labios de un muchacho,
desciende una burbuja germinando el oxígeno;
el deseo extravía el anís de la piel
y se endulza la música en su tez encarnada.

Pero también, lento e implacable
se abre un abismo en la tristeza de la arena.
Se abre la voz lastrada de la peste,
la peste
con sus dos manos lívidas
—esos lienzos esféricos al fondo de la muerte.

martes, 8 de noviembre de 2011

La estatua (soneto impuro)

La estatua silenciosa Ariana. Giorgio de Chirico

Estaba el templo en sombras aquel día,
cuando ella palpitando abrió los ojos
como si fuesen dos diamantes rojos,
una mirada intensa, enamorada y fría.

Eran de leche densa, blanco nube,
un delirio de mármol, gris impuro,
los pechos grandes, el semblante duro
de aquella estatua viva; ¡visión! que nunca tuve

Con mis manos quisiera templar el desatino
del crispado arrebato en el silencio yerto,
la alucinada gloria, el pulso repentino.

Preguntaré a la piedra si es el enigma cierto,
si encumbra lo sublime, si concibe un destino
cuando las horas cieguen su cristal más experto.

domingo, 30 de octubre de 2011

Basalto solar

Desnudo. Pére Pruna.

Acaricio la hoguera de tu cuerpo
y adentro de tu vientre embarazado
escucho muy remotos los mares primigenios;
mientras los cromosomas se dividen,
ronda su voz en un susurro:

―nosotros germinamos a los dioses.

La latitud nublada de las aguas
amortigua el clamor
y la vida se extiende
como una gran cortina roja,
donde la mirada gotea ―sumisa y lúcida―
un rocío de círculos disímiles
―cosas de la retina, fábulas,
sueños de la materia.
Una gran ala acoge a todos los misterios
en la proximidad de una distancia
atroz y melancólica:
los nichos de la luz
donde vierten las brasas jóvenes.

Yo sé que en ese ojo de las formas
se expande el muérdago
y yace encandecido el basalto solar
del mineral impuro.

viernes, 28 de octubre de 2011

Las campanas siempre doblan por los vivos

Abrazo de dos ausentes. Eduardo Naranjo

Desde hace tiempo inmemorial
las campanas siempre doblan por los vivos;
los sonidos relatan
la íntima congoja
de una emoción reconstruida
en una mano alta, yerma,
que se abre al azul
exactamente
con la rotundidad arrasadora de un tren de cara.

Desde hace tiempo inmemorial
tengo un labio insaciable
con algunas salivas que otros labios no gozan.
labio que envuelve al mundo
con una precisión que admiro.
Tengo algo interior que anularía cualquier tipo de desastre.

Y sé que sufriré por los campos temblando,
por los montes amurallados más allá del destino.
La conciencia me arrastra con enormes timbales sonando
con cegadores brillos rompiendo.
Los costillares de las olas
convergen sobre peces vagabundos,
sobre la cruz marina
que soporta la trivial carga del porvenir.
Pero mi discutida cabeza resistirá la pérdida.
Resistirá la contrición de una fuga
que haya llegado a su última floración.

Después, de nuevo el Sol
progresará sobre los patios
con esa sonrisa cansada, lenta,
que se empeña en la fe de las calles.

De nuevo, llegará el verano y traerá el mismo aire.
La misma admiración forzosa
implantará los mismo itinerarios:
el almuerzo con chistes,
las espaldas echadas sobre la arena,
las miradas volubles que pronunciarán el final del día,
que dirán que toda excursión después de las muchachas
era un embate clandestino,
una fuerza extendida sobre la tarde
que progresaba sola, erigida
sobre días interminables.

lunes, 17 de octubre de 2011

Hacia el tiempo de Ulises


Aparición. Javier Clavo.

Recuerda el ruido del viento
en el inmenso espacio
de aquellos mundos microscópicos.
Veíamos inmóviles ―colmadas las sienes de música―
lentamente vibrar aquella luz
ardiendo en las raíces
—el bosque inscrito en su ascensión de agua―
mientras, la frente de los pinos
sudaba absorta devorando el aire.
Quizá el vacío sueñe
en la marea azul que mueve el cosmos
volver abrasado despacio,
moribundo crecido en ti.
La exención de mis ojos
no espera la negrura de otro ser,
su osamenta de arena, su tiempo de salitre.
Se colma en esta vida mi pupila.

Y como aquellos montes,
sentir arder las crepitadas carnes
adentro de los huesos,
muy atrás de los años,
en el pulso excitado,
en la piedra perpetua de las horas,
hacia el tiempo de Ulises;

el continuo retorno de la sangre
que se ciñe a la piel arrostrando a los dioses,
―la injuria de sus límites.

domingo, 16 de octubre de 2011

Ciclos


 The Cowshed. Marc Chagall.

¿Qué barro volverá sobre sus partes?
Quién librará tu nombre más allá de las dunas,
donde la espuma es
todas las cosas blancas.

En la revelación
todo fluye infinitamente hacia lo otro;

sin límites, el agua del canto se abre
y se sienten romper las piedras de la vida;

sin límites, larga la piel, se transparenta ciega
hasta el otro amor, toca la otra piel,
los otros ruidos que los labios sangran.

Agua. Humo.
Arraigar. Regresar. ¿Para qué? ¿Para quién?
La inmovilidad es la muerte;
se nutre de las formas que vuelven a sí mismas.
La luz que deviene en la luz primera
no es más que un delirio que el ojo sofoca.

Consumiste la sombra de mi cuerpo
por eso el espacio se inclina,
la carne dice
basta, no me acaricies,
no estoy,
no soy;
previamente tendrás que concebirme
y más tarde aprenderme.

miércoles, 12 de octubre de 2011

Como si fuese la vida

Grupo de gente al Sol. Edward Hopper

Yo soy el que he tocado el sol, la rosa, el día,
y he creído que soy capaz de morir.
Valente

A modo de existencia
la mañana aparece
como extirpada de una costa antigua;
en sus orillas siempre empujan las olas.

Entra al mar al compás del canto vivo,
sin arreglos de espuma, en tumulto,
con la muerte partida en dos.
Tendrás que abrir la carne, sus ruegos, sus miserias,
con toda la sangre a caballo,
en soledad,
como una piedra sola.

Ten compasión de aquel viejo navío,
inútil como un pan sin vida;
comprendes a veces tan poco…
a ti incumben estos objetos
que descansan testimoniales como epitafios de la pérdida.
Tú ni siquiera ves la cicatriz.
Cumples el rito de la nieve en la hierba
o de la de la sombra en la pupila,
y si puedes, desgajas alguna voz del cielo,
alguna lágrima gastada
cuya humedad es parecida a la pena.

Después del último relevo
creíste percibir la claridad
pero todo se muestra igual que siempre:
cinco cuchillos han partido el agua
y once gallos acogen
desgañitados
los muros firmes de la tarde.
Solamente tú eres apto para morir,
y lo otro, los otros,
siempre permanecen posibles
frente a unos ojos de mirada fija.

Echémonos fuera de esto,
mercaderes de tiempo sin fronteras
y con todos los crímenes presentes.
Entre tú y yo irrumpe mi hombro
y luego toda la posibilidad del brazo.
Entre tu y yo penetra voraz la cabeza del ángel,
cuerpo aquí de mil nadas, ya en el aire,
y aire arriba reposando sus flores.

Trágicamente todo se aviene a persistir
cuando el vacío proclama su residuo
como el cristal revela
el ensueño glacial que nadie habita.

lunes, 10 de octubre de 2011

He cogido la manzana que mi hijo me lanzó

City Lights. Hiro Yamagata.

He cogido la manzana que mi hijo me lanzó;
exacta, sin rebote, fue directa a mi mano.
En la tectónica de la serenidad siempre puede sobrevenir
una gran erupción generadora de espacios nuevos;
la explosión de un sistema nervioso inescrutable como el universo
o el laberinto de un naufragio.

Los frentes del amor concretan el calidoscopio de una mirada explícita
cuando la carrocería de un objeto asoma desde sus cauces múltiples.
Luego, desaparece como un disparo
o como una pureza desmedida que se transforma en carcajada.

Yo os digo que hay una desnudez superior a la del hueso limpio;
es la fidelidad salvaje de la ternura,
la ceguera blanquísima en un oscuro resplandor,
lo intenso de la aorta inmediata a la sístole ventricular;
la entrada, hasta el encandecimiento, en el fuego de la inocencia,
esa insondable impresión que gira alrededor de un grito operístico.

sábado, 8 de octubre de 2011

En los campos de Jazz

John Coltrane, Cannonball Adderley, Miles Davis y Bill Evans. Sesiones del "Kind of Blue"


En el Cool

a Miles Davis y su quinteto
a Kind of blue

Yerba purpúrea en los campos de jazz.
Coltrane, con esbelto oleaje, lanza sus venablos metálicos.
Las bacantes vierten sus cuerpos
a la sabrosa, dulce esencia astral.

El saxo es un río de eufórica avenida;
azul de tanto cielo indómito.
Ah… los tímpanos aventados, navajas fulgurantes,
retratos de sudor en las aceras…
universales vigas de sonido.

¡Ea, solsticio cálido!
Color, Helios espléndido
en vecindades sin demora!
¿Quién eres? ¿Frugal ímpetu?
¿La inflamada mejilla de un saxofón febril?
¿Tibio tendón de bronce?
¿Una sien de doradas nieves?

Con la proa a un futuro vertido de ginebra,
mi copa es un oasis de vida traspasada.
Asumo la linguada ascensión de este ritmo
que bracean John Coltrane y Miles Davis
—dos cangrejos chiflados en astros de mercurio.
Ya estoy en más espacio que el que soy.
No son mis pies frontera al infinito.



En el Blues

a Robert Altman
a Vidas cruzadas

La palabra de lujo

―voces de oro en los anillos.
El alma rompe en penas
que fulguran como diamantes verdes en el agua.
El saxo toca el resplandor
―las notas recortan el aire como vidrios rotos,
punzantes… homicidas.

Veo el río tranquilo.
Siento su cara negra dormitando.
Siente el Sol como un arma
quemando sus culatas lentamente.

El niño ha muerto.
Un chelo llora en la ciudad,
llora en otras ciudades,
y ahora es este blues,
el humo de otro suicidio.

martes, 4 de octubre de 2011

Permanencia

Pepe y Eugenio en Cáceres

"Del padre al hijo voy yo”


I

Circunscrita en el óvalo del rostro
mi imagen sube a ti desde un fondo impreciso.

Sucumbiré en el hálito de tu palabra.

En tu mano quema mi mano.
En tu espalda nadan mis peces.

Me extinguiré en la llama de tu piel.

En la nitidez de tus ojos
anidarán
las luces de todos los nuestros.
Los que han sido antes que tú.

Me consumiré en ti,
pero persistiré en el calor de tu palabra
y en el resuello de tu piel.

II

Al vacío me asomo de tu pupila vasta,
toco el aire en tu rostro ―flor azul de la aurora.
Toco musgo cerrado que brota sin demora
en la extensión del pecho; tiento carne entusiasta.

Llena, sublime ser, el mar iconoclasta,
la sed voraz del tiempo, el perfil de su eslora.
Retarás el engaño, cosecharás su flora,
el hastío en el páramo, el reto en la subasta.

Común entre las máquinas, hallarás la ternura
en el frío dolor de las orcas suicidas.
Tuyos serán los vientos que esparcen los molinos,
la sed de las cromátidas en la piel encendidas.

Eres la evocación de una incierta aventura
―bálsamo de azahar en todos los caminos.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

La serpiente

Danger dans l'Escalier. Pierre Roy

Yo represento el exterminio.
En mí, se espesan,
ya irreparables,
todos los días que no han sido.
Estoy llegando a la certeza de que el mundo no existe para nadie.
Tienes gestos en el aliento, o en el deseo,
pero todo tiende a un final curvado,
donde el infinito se abre y nos atrapa como un desperdicio
mientras un magma en ti enfría lento
y fecunda la tierra
−una materia,
un pasado realmente consistente−.

El paisaje que miramos se hace sentimental;
la vida indigente esgrimiendo sus delirios,
el vaso de sudor en todo tiempo compartido.
Qué aterradora, de repente, la perentoria ruta.
La memoria se alza como una sangre coagulada,
ese despojo
de los designios aplazados.
Un lastre de negruras irreductibles
se deslizan en una niebla
que se parece a la melancolía,
porque allí brotan los ensueños de la emoción
porque la surcan barcos imaginarios
en cánticos que suenan bajo el aguas.

Cada ley me atestigua con obstinada (declinada) certidumbre.
La mirada extensa y blanquecina como una azotea larga,
blanca, que se nutre de un Sol perpendicular.
Los labios se desangran sobre otros desesperados labios;
dos lechos de azúcar sorprendidos en el instante de la crema;
dos mundos pendulares cuyos destellos tienen la magnitud de la vida.

Hay un hermético animal que saquea tu piel;
la serpiente de aquel laberinto de impureza.

martes, 27 de septiembre de 2011

El talud


Figuras en movimiento. Francis Bacon

Siempre se debe perseguir
lo que se evade
espantado hacia el mar,
la botella perdida
donde un espíritu enjaulado
sueña derrotas de pasión.
Siempre debe tenerse en cuenta
que todas las bestias demandan
algún momento de interés.

Y sé
que mis pies son cosas del infierno,
órganos que recluta el caos después de la muerte,
las conclusiones de mí mismo
en un estado de talud mental.

Dime, tú que progresas más allá de nosotros,
¿crees en el grito operístico
que estremece los fondos abisales?

viernes, 23 de septiembre de 2011

Amarcord

 Escena de "Amarcord". Federico Fellini.
“Amarcord”, contracción fonética de “A m´acord” en dialecto romañolo, que podría traducirse por “me acuerdo”, fue el título que definitivamente Fellini dio a la mítica película que se rodó durante 1973 en Rimini, en la región de Emilia-Romaña, y en los estudios de Cinecittá de Roma.
(Del libreto de la película “Amarcord”. Edición de “Planeta de Agostini”)

En la gruta sellada de la infancia
un soplo de la luz sueña el pasado
…Amarcord.

Recorro un laberinto de paredes mohosas
donde al final de un túnel
ondea una sábana blanca.

En la gruta invocada de la infancia,
caminos y luciérnagas
crecen en mí espacios clamorosos
―precipicios y aromas en el éxtasis
espectros
...Amarcord

Es un ruido de vidrios;
una hoguera callada
que se extiende
sobre un bosque de imágenes marchitas
… Amarcord.

Busco algún germen
o el tímpano que vibre
en el estrato de cincuenta años;

Es en el bar del pasado. Entre la luz flamea el polvo de la harina. Rayos sucios y miopes agrietan una sombra de imágenes ajadas entre voces profundas.
Hay botellas de vino soñando el mostrador.
Tojo y viento salvaje. Azoteas blanquísimas perdidas en la tarde. En la más alta loma, en las fachadas de la iglesia, vagabundea el tiempo quieto de un niño entre castaños; allí siempre es noche de estrellas húmedas, luna de mar y ostra de abril; allí, entre los laureles, se repiten el púrpura vivaz de las muchachas, el ruido de las tómbolas, la música y la verbena.

Unos dedos extraordinarios
abren estas imágenes
cuando diviso los castaños al mar,
disipado a lo lejos, tras el arenal blanco.
Desde lo más remoto
entra en mí la materia que no soy,
crecen en mí las carnes que ya no son mi carne
―cuerpos de arcilla fúlgida
…Amarcord.

jueves, 22 de septiembre de 2011

Con todo el amor esperando


Habitaciones junto al mar. Edward Hopper

Muchas veces pasó
la vida
sin fama ni avidez,
como automóviles quietos sobre aceras relucientes,
como el rumor de fondo de labios
que aniquila la trama de un sueño,
la luna detrás de la voz
apenas una sábana de miedo.

Hay alguien que contempla,
enardecido, tu envejecimiento,
con la sublime intensidad
de la brasa de un cigarrillo
en la más lóbrega de las estancias,
un fulgor que esparce todo a lo lejos,
casi sin publicar.
Os juro que he permanecido indistinto sobre las olas
con todo el amor esperando
¡qué llantos tan largos y nítidos son las horas marinas!
la lealtad del ojo evalúa la mole de la espuma
a una cierta hora del día, siempre distinta siempre la misma,
como si se abriese durante un solo segundo
la puerta del vacío
llevándose las imágenes de un cuerpo ahogado.


martes, 20 de septiembre de 2011

Avísales cuando aparezcan


 El guante rojo. Giorgio de Chirico

Hay ciertos términos de subversión
donde el espacio se agarrota
y el tiempo entrega sus renglones
aferrándose al caos;
los pómulos de mar,
toda su incontinencia,
no ocurren,
o acontecen mil veces repetidos.
Allí, el universo
arrastra la quietud clarividente de lo inestable,
arde y difunde la cifra del desorden.

Dios nunca ajusta su guarismo fiel:
el cero,
muerte en la cruz de toda su nada.

―Avísales cuando aparezcan
recién nacidos
que traigan sus maderas nuevas
y sus mares circunstanciales;
luego podremos navegar
alegremente.

jueves, 8 de septiembre de 2011

Persiguiendo al Cortázar que persigue al perseguidor

El perseguidor. José Muñoz.

Ahora sé que no es así, que Johnny persigue
en vez de ser perseguido…
Nadie puede saber qué es lo que persigue Johnny"
Julio Cortázar “El perseguidor”


Nota.- Johnny es un talentoso saxofonista de jazz, de comportamiento un tanto excéntrico, rozando
el surrealismo. En este personaje, Julio Cortazar quiso reflejar al genio del saxofón, Charlie Parker.


Él recorría un límpido tubo dorado
y aquellas urnas mortuorias
dispuestas sin concierto alguno.
Lo del genio y su escéptica presencia,
vino después,
cuando, desterrado a su fondo de gran saxofón triste,
penetró entre las hojas secas,
deslizándose en un helado museo de elefantes.
A lo largo de aquel túnel sonoro,
las horas se alojaban en la piel
como el brillante gas que agelgaza en la niebla,
escindiendo en racimos el agua evaporada
―líquida al instante del tajo.

Él dice que tenemos que perseguirlo todo
adelantando un paso para llegar a ver.
Perseguir al caballo turbulento
que trota entre nosotros;
Perseguir las serpientes que imagina la madrugada.
Perseguir a la gran pantera
que persigue la almendra ocre de tu pupila.

aunque no importa mucho
porque el escombro siempre se vacía
en un gran agujero negro.

martes, 6 de septiembre de 2011

A dónde he ido yo




Una ciudad a orillas de un río con crepúsculo. Turner

Desde las máquinas o los gigantes
ladera abajo vierto,
en una pincelada roja,
la sangre distraída,
las colmadas riberas,
las lágrimas,
sus más hermosas crines.

Desde allí arrastraré la lluvia
precipitando sus brillantes pérgolas.
Ensancharé los créditos del cielo,
los trueles errabundos sobre aquel despojo de nubes,
sus alvéolos atrapando todo el aire de los espejos.

Libraré a los insectos con sus sedas de vivaces crisálidas.
de élitros multiplicados y animosos.
Desde las más altas coronas
pronunciaré los términos del agua,
las voces que los hombres no revelan.

Sumergiré la desaparición.
Serán puros los ritos, infinita la luz.
Son los ojos sus sacerdotes.
La celebran, la sacralizan,
la mitifican.

Y tú, no llores más;
el amor es un polvo blanquísimo
que se extiende lentamente por las cánulas de las manos.
Aproxímate a mí mientras franqueo la frontera diurna.
Sobre una tierra antigua continúo buscando
a dónde he ido yo todo el resto del sueño.

jueves, 1 de septiembre de 2011

Artificios corrompidos

La guerra. Xaime Quessada

Los hijos del vacío
no son tus hijos
son artificios corrompidos
como la esencia deleznable
que irrumpe
en el denuedo de las lágrimas;
son abismos
como inmensos globos hinchados,
como el odio,
ese óxido que desprenden los pómulos de los soldados.

Estas son las balizas del invierno,
muchas hojas quedaron fuera,
un creciente silencio
y el trapo de la soledad,
otras transitan la frontera
congeladas
como la turbamulta de la pena.

martes, 30 de agosto de 2011

Liberación del canto

Paisaje con trigo que germina. Max Ernst.

Espejo de entradas abiertas
en donde el fuego es coronado,
sombra arrastrada por los ríos,
sangre esparcida por la hierba
―la sangre ha de ser difundida
o seca tendrá que morir en los cauces propios.

Sangre, sombra y espejo,
voy al lugar común y fantaseo
en donde el ojo es atributo de claridad;
os doy la forma,
y aclamo.
Os doy la forma, la revivo
y la convierto en llama, doblo sus esquinas,
me acerco y vuelvo a renovaros.
Os aclamo porque la piedra del hombre es canto.

Yo no he sido encontrado en esta tierra,
por eso en mí la carne se interroga
¿Es polvo lo que aquí concierto?
¿Sienten aquí las horas su desdicha?
Tierra, los que aquí yacen,
no tienen nombre;
van de la nada a los despojos,
de los despojos al vestigio,
que en ti es la semilla,
que a las almas encumbra
desde el infierno.

Tierra, madre, tus hijos predilectos
son deseos baldíos
como grandes globos hinchados.
Arranquemos hacia delante,
hacia la imagen imprevista,
al final de tus cauces
habrá un mar fortuito con fortuitos peces.
Gocemos del pigmento de los horas,
de su agudo vigor climático.

Liberación del canto,
con tus dedos de humo
renueva la supervivencia.
La anchura invulnerable de tu roce
siempre está descotando el aire.
Esta es la hora de milagros nuevos.

sábado, 27 de agosto de 2011

El regreso de la guerra

Los cazadores en la nieve. Brueghel.

Sobre el hogar, agolpado en el rojo,
se revela el lienzo,
y reavivada, se perfila
la imagen de la negra rosa.
El helado desierto y el fuego acogedor
agrupa el retorno de los hombres.
Han hundido todos los sueños
en la última lápida,
todas las voces, todo el silencio.
Nada queda por repartir.

Afuera se alarga la brisa patinando en el cielo,
aullando el fulgor de un corazón insaciable;
miman los hombres
con profunda veneración
su guadaña arrebatadora,
la condición de su siniestro jugo.

Una mujer susurra al oído de su hombre:
–Quizá te sienta más cerca cuando te hayas ido.
Yo, obligada por la tierra
mi destino es
girar y girar...

...esperar y esperar.

lunes, 8 de agosto de 2011

Que sea la palabra

La alegría de vivir. Picasso

“La substancia del alma es la palabra;
la palabra donde todas las cosas extensas y reales
se encienden mutuamente y de nosotros"

Luis Rosales


Que sea la palabra una esperanza eyaculada
que fecunde lo natural
con el temblor de lo inefable.

Que sea la palabra
la que abrace la lágrima
que endulza al cuerpo en su marea;
que sea el lienzo rojo
que se hunde en la piel traslúcida
―alga en el llanto innumerable.

Que sea la palabra un intervalo,
el enigma,
del equilibrio que confluye
en los vértices de tu mente.
La energía que allí mismo contenga
lo irremplazable.

Mirad esa voz
como negra hormiga
que palabra a palabra avanza,
enmudece en los bordes del corazón,
y pronuncia en el mundo
lo necesario
para que una sombra tenga estrella.

Qué sea la palabra
quien abarque la ventana
en una intensidad
que dé al Sol
la vida.

Que sea la palabra el tamiz
de los vínculos que abrazan
la voluntad de respirar,
la sed del aire solitario
en un borroso atardecer.

Que sea tu palabra quien abra el mar
para ver el secreto despiadado
de sus átomos ciegos.

Que sea la palabra el sahumerio
de una esencia soleada,
un horizonte sonreído
cuando el pinar, allá lejos, canta.

martes, 2 de agosto de 2011

Un ser excepcional


El hombre de vitrubio. Leonardo da Vinci (intre. museo de cera de Madrid)

Ya lo dice Gonzalo Rojas:
“hombres de poca fe,
piensen en el cántico”

Derramad todas las figuras del Logos.
No seáis dóciles,
precipitaos animal afuera.

Tensad el cielo en su luz propia,
hombres que lleváis a cuestas lo instantáneo.
Manos y ojos
son larvas insaciables en germen de transformación,
siempre con la ternura de un pentagrama orgásmico.

Vertiente,
río de asombro,
relámpago;
esto es lo que ha de ser un Ser excepcional.

Que sea la raíz de una nube violenta.
Que sea una flecha excéntrica;
una aventura extraña y vagamunda
en el eterno cosmos de lo inerte.

Si la muerte está viva,
su propia vida muere de una muerte absoluta.

sábado, 23 de julio de 2011

Una saciedad de la persistencia

El artista y su modelo. Henri Matisse.

Te miraba en la saciedad de la persistencia
delirada en el oro que conduce la tarde,
como si fueses una dilatación extendida sobre la arena;
ese remedo de avidez
que se arraiga en todos los cuerpos.

Te miraba desde un espacio sin dimensión,
yermo e inconsciente
como el crujir de mandíbula del gran tiburón blanco.
Quizá es que la ambición reniega del horror
como el tormento reniega de los mares,
como reniega
la sangre de los ríos
y de los cuerpos en el puro llanto del calor;

dos lágrimas de humedad reflejando la luna,
dos perlas que chispean,
dos gotas de sudor
ululando
en tu carne encendida;
el humeante seno
que se extiende al pinar como un ropaje,
en el vapor sublime
de un instante
muy
lento.

miércoles, 20 de julio de 2011

La placenta de los amantes

Amantes con gato. Oskar Kokoschka.

En las entrañas de tu vientre titilan las tinieblas
mientras vamos sangrando el tiempo.
Un jardín de gaviotas pulsa el mar
y con sus alas va encrespando la espuma.
Miro y los huesos se abren, vuelan descoyuntados,
doblegándolo todo
como en un intento de cielo.

Con el lomo encorvado de la lluvia,
los jardines colgantes empalidecen la luz,
derraman la leche esencial que nutre los bosques impuros.
Estas vigas de azul ¿son luminarias del abismo?
¿son las anguilas del hechizo?
¿son las placentas del amante?
Todos los ciegos tienen cristales en las manos,
los ciegos y la cólera o la costumbre de los asesinos.
Tú, la ilegítima ascendencia,
la lengua que relame el miedo,
la substancia muda del odio,
la que apenas percibe los alambres del corazón
y nutre el embrión de todos los cobardes;
los diamantes han puesto candados en tus ojos,
pero yo te acercaré a la tierra en la señal del juramento
¡Que afloren ya las rosas en tus ojos!

Filtremos un fluido,
casi real,
del venero que esparce nuestro pequeño amor.
El despliegue de sus fragmentos será la memoria del agua.
Afinemos el brillo del sueño con tus manos blanquísimas,
con tus inquietos labios
que espumean la almohada como virgen que asciende.
La adorna,
la limpia,
la aroma un lirio como un dios dorado
que en la sombra se agranda
desde el fulgor de una ceniza microscópica.

Se retuerce el frío en mi cuerpo como si fuese una serpiente
como raíces de cometas subterráneos
―profunda vida en fuga.

Preciso urgentemente una línea excitada, un cable eléctrico,
el cuchillo que raja al inconsciente,
o ese fanal
que temblando en la noche
transpasa todo el mar;
esto sí que sería un amor penetrado,
el que la palabra conjure como una traición del hambre,
con eso ya me basta.

lunes, 18 de julio de 2011

Soles


Atraviesa mi espalda una lanza de cobre.
Su verde óxido
es mi cielo sanguíneo.
Su médula de fuego exaspera la carne.

El Sol del Ser.
Soles en mí por mí engendrados.
¡Sí, soledad de oro,
neuronas encendidas!
Vuestra tarea
vierte la vida tras mi nada.

Mi cuerpo es un abismo con peces abisales.
La luz toda en el hueco de una mano.

Jardín de vivo invierno


Rieles al atardecer. Edward Hooper

De ancho tronco de madera parda
donde se allega un dios harto de luz.
Donde encuentra la carne su reposo,
retorna y se retuerce en exclusiones,
destierros de ateridos laberintos.
Donde el bosque es aroma desdeñado,
destruido por un mar prehistórico;
duro y extenso pecho
—cuero rasgado en el olvido.
Donde la ruta gira voluntades;
se pierden a lo lejos
—escapan inasibles, ignoradas,
nubladas de dolor.
Donde una playa yerma desmorona
diversos centros del mirar;
se extinguen en su tránsito indecible,
centellean y quiebran al instante.
Allí, donde tu cuerpo excita
el breve encuentro de la piel,
y gime su orfandad inescrutable.

En la luz, arcos, ruedas, pone el tiempo.
Tu frente, aligerando sueño y aire:
¿será piedra, menguada sima… rosa?
¿Yacerá arrugado el fulgor?
¿Florecerán prodigios
husmeando en un desván de rostros increíbles?

Pones el porvenir en el balcón,
libre al fuego lejano, suelto al rojo,
condenado al momento fronterizo
que es futuro de ahí, cercándote,
instigando enemigos impasibles.
Ese relámpago es desolador
—cruel esterilidad de la renuncia.

Las tropas del valor, casi cadáveres,
son mazos de conciencia
esperando un jardín de vivo invierno.

miércoles, 6 de julio de 2011

La sombra de Nosferatu

The Awakening of the Forest - Paul Delvaux

En la lentitud de la sangre
he braceado todo el miedo,
y también algo más:
las ruinas de un tiempo aún con brasas vivas
como la de esos harapientos
que tragan el polvo de los cañonazos.

Recuerdo aquella fiebre profunda
del paladar sin lengua.
Era un pavor en blanco y negro, agridulce,
intenso e irracional como la sombra de Nosferatu;
el ansia detrás de la luna,
apenas un páramo oculto.
Recuerdo cuerpos mutilados en la bruma
y voces superpuestas,
en un intento de entender la noche
como un crepúsculo cuajado en un animal salvaje.
Siempre, a tus espaldas,
hay ciertas luces que se mueren
como un fulgor que lo retiene todo.

En días venideros y extraordinarios
abogaré por la más diestra de las sombras,
la que persigue toda la carnicería de la palabra.
Nunca
es demasiado tarde
para que la sangre rebase
sus manantiales.

domingo, 12 de junio de 2011

Celebración

El almuerzo de los Canotiers. Auguste Renoir

Ante la apatía del dios
el ritmo obliga a un soplo inédito.

Se abre, palpitando, la tierra.
Aquel llamado a celebrar
ha emergido.

La huella de tu paso es permanencia;
todo lo que contemplas también lo serás tú.
La conciencia es memoria
y el más hermoso cántico
ha de ser breve.

¿Dónde está la consumación sensible?
¿Dónde penetra el sueño de tu impalpable música?

Vivir es celebrar el agua. Celebra el manantial.
Sal hacia la pregunta
―cada vez que te alejas
estás más cerca.
Las manos se abren.
Se transforman tus medios.
Celebra el polvo que te muda.
Celebra el fruto renovado
que es el amnios del firmamento.
Quien vive solicita un lugar de celebración.

Aquel llamado a celebrar ha emergido
como un diamante
en el silencio de la pérdida.

sábado, 11 de junio de 2011

Presencia de Ítaca

Storn over Antwerp. Eugene Louis.

“Pide que el camino sea largo….
con avidez aprende de los sabios…
Que Ítaca siempre en ti sea presente”

Del poema “Ítaca” de Constantino Cavafis.

No te envilezcas
en el estéril trato de los días,
el viaje es el pulso de tu deslumbramiento;
en sus cauces discurre el brío de las horas.

¿Por qué la angustia ante la extraña condición?
¿Acaso el alma divagará en desgracia
por esos derroteros?
¿Quizá nos golpee el abismo
con la nada absoluta de su hielo?

Acércate en la sombra a la expansión de tu viaje.
Muestra firmeza en lo desconocido.
Que Ítaca siempre en ti sea presente.

martes, 7 de junio de 2011

Hoy he sentido la amnesia de los años


Approach to Venice. Joseph M. William Turner

Hoy he sentido la amnesia de los años
desollando despacio nuestros nombres;
las raíces palpitando cebadas por el agua
y la tierra, hélice oscura,
lentamente espesando mis arterias.

Sumemos otro año para ser invitados de la tierra.

Hoy he sentido en las fronteras de la ciudad,
en los embarcaderos débilmente encendidos,
romper el mar sus improvisados peces.

Partamos hacia los reflejos que en el azar se pierden.

Hoy he sentido la inquietud de los campos sin límites
y a lo lejos el frío de una estrella.
Aquel hombre que cuida del espanto tiene el rostro desvanecido,
una máscara le devuelve sin el pánico de los ojos;
están calientes sus pulmones y quieto el corazón.

Se palpa la desdicha
mientras la hierba se empoza de cenizas.

Algo pasa, no sé que es
pero hoy he visto un río detenido,
como si el mar errase
o también fuese omitido.

domingo, 5 de junio de 2011

Paisaje


Paisaje Port Lligat. Salvador Dalí

Ahora, en esta habitación,
ligeramente encendida,
aletea una mosca al ritmo de Count Basie;
mi mente es una muchedumbre de enredos y memorias.
Tras la ventana, la calima expande sus pulmones silenciosos
y reposa dormido el absoluto del mar.
Es un soplo de plenitud la hora larga y lúcida,
mientras, en lejanía, los acantilados avanzan sus planos agrios,
partidos sobre el fondo azul.
El perfil de la costa, limpia ahora, se inflama al Sol.
De pronto, como un fino escalpelo, una arista de piedra,
encallada y perfecta, me extrae intacto un sueño.
Resulta extraña la apariencia de esta ficción;
su génesis viene de lejos,
de versos embadurnados, de inestables eternidades,
pero su “principio”, su "médula", es inefable arquitectura,
instante que ocupa un espacio totalmente mental
por inmutable:

A la orilla de un río yace un moribundo;
la última espada de luz
ya se espesa en su entraña oscura.
Es muy densa la helada expresión del rictus,
y en el fondo de sus pupilas
se siente aún la sangre
… la vida.

Al otro lado
de la corriente
un caballo de vaga esencia,
quiebra el tiempo, el río,
las formas
y todos sus perfiles transmutados.

miércoles, 1 de junio de 2011

La pregunta


Pareja con las cabezas llenas de nubes. Salvador Dalí.

“me has regalado el mundo, me lo diste una noche
con su brillo cambiante y su gesto inclinado”
Andrés Neuman


Por qué las cuevas son una enfermedad de la luz.

Por qué todas las banderas parecen faldas muertas.

Por qué siempre en la pena
aparece el gesto inclinado
del eje de la tierra.

Por qué un reloj en la noche
es como un ojo abierto que respira.

Por qué el río es el tiempo.

Por qué las nubes se atraviesan
sin tener, necesariamente,
que estar soñando.

Por qué el otoño es como la gente;
una trama de palpitante sensualidad.

Por qué las curvas son un absoluto
que siempre se equivoca.

Por qué el amor
existe sólo en el deseo de lo otro.

Por qué los cuerpos
a veces se perciben
como si fuesen el alivio de un tormento ancestral.

Por qué la belleza
siempre aparece
en el brillo inconcreto de la plata en el agua.

Por qué todas las manos
buscan la intersección de las paralelas.

Por qué la ternura se extiende
como un lamento silencioso.

Por qué las palabras del verso
parecen un puente estresado.

Por qué las cruces son siempre las guerras.

martes, 31 de mayo de 2011

A la salida del cementerio


Cementerio de Brión (Ferrol). Fotofrafía de Victor Bueno Carro.

Con indolente intensidad
contemplo el resplandor azul del cielo.
Se siente el oro de la luz,
cercano, y extraíble
por cualquier espíritu atento.

Una bandada de palomas siembra su gris convulso
en una apoteosis de plumas al galope.
Con el frío teñido a flor de piel,
infantil y ruidosa,
se apremia el agua del arroyo,
jaleando la transparencia íntima de la tarde.

Talla mi sensibilidad
un diseño de reposados dolores,
que, como guijarros gastados, se dispersan
en los paisajes cubistas del alma

La noche pronto empezará a caer,
siempre de cualquier modo;
algunas veces vierte algunas estrellas,
otras es cristalina
como los sueños al coagular.

Detrás queda el cementerio;
y toda esa dorada ceremonia
de destellos, murmullos y pulsos interiores,
mistifica de alguna forma
la extasiada reserva de los muertos.

miércoles, 25 de mayo de 2011

La huella del olvido

Stairway. Edward Hooper.

La huella de la luz es una sombra.

La huella de la música es un silencio blanco.

La huella del placer es la carne abatida.

El olvido son manos cubriendo la mirada
mientras el corazón presiente
aquellos ruidos de la vida trotando la memoria.

Así
los vivos son
una huella en la nada.

Así
la muerte.

El barro de otro hombre


Oedipus and the Sphinx After Ingres. Francis Bacon.

Ahora, en este espacio de avidez,
las estrellas se desparraman sobre la arena
y deslumbran cegando la puerta de las cosas;
una tropa de razas,
una hueste de nombres,
allí fluyen.
Obscena se revuelve la sombra de los siglos,
el mismo fundamento,
la misma arboladura, la misma cera de la carne.

Esta es la traición de la tierra fuente:
calles del pensamiento,
estridente de alcoholes y crespones ardiendo,
una piedra fantasma,
un ala que se da la vuelta,
un color que ya no es perfume,
un relámpago cuya geometría ya no es un lenguaje,
aquella playa donde las olas del tiempo
se alejan
como un persistente latido.

Desgajado, arrastrando las mareas,
se arroja un tigre
contra esas señales destruidas,
y yo llego a mi propio ser ligado con palabras de vértigo;
gravitaciones abajo, sobre las hojas del alma,
persevera amenazante su presencia.
No es solícita conciencia de la muerte,
es el ensalmo rubio de la tierra,
su orilla más calcárea,
el barro de otro hombre.

domingo, 22 de mayo de 2011

La flor sobre los túmulos


Playa de Zarauz. Sorolla.

Vegetaciones rumorosas cual ruedas incesantes.
Sumergidas ciudades a donde descienden los idos.
Quiero recuperar los tejidos del aire
donde encandecen los frustradas gestas.
Quiero recuperarlo todo
como un perlado vástago de primavera.
Quiero salvar la lentitud de la flor sobre los túmulos
que siempre vuelve al cuerpo de la vida.

Yo sé que al final de los mares,
al traspasar de un borde en el vacío,
hay una reverberación
donde la luz
rompe sobre los toldos volantes de las playas
y lo extraviado precipita en el azul.

lunes, 16 de mayo de 2011

Señala lo diverso


The Circus Horse. Marc Chagall

Señala lo diverso, la pelambre,
la pulpa de tu especie,
el cuerpo de la noche, la muerte enamorada.
Tus huesos son un armamento inmóvil,
mitad filo, mitad pelada angustia.
Nombra y devuelve el tiempo deshojado,
sus tímpanos de espacio, sus raíces;
serán semilla rediviva en otros corazones.

Señala lo diverso
en lo dinámico
que se ensancha en el límite
del plumaje escondido entre los almendros.
Digo plumaje por la vaga línea,
por su vuelo de sangre dulce.

Puntea lo diverso y tu pasión alarga;
entre los frutos nace un pájaro,
un latir del color, todo excedido.
Nace un temblor de música
en esa duna móvil de la vida:
la arena de un dolor que bracea la piel,
la nutre, la abrillanta,
la rebosa de un semen vaporoso.
Señala lo diverso,
que el brazo ha de ser arco.
Los seres de los días son sus flechas,
la inercia persistente,
rápida luminaria hacia la sombra.

Alcanzan lo diverso todos los argonautas,
el fuego de sus cuerpos en la corriente de los signos;

retirada marea de esencias prehistóricas:
peces, mitos, rostros sin rostro
...más oleaje.

sábado, 14 de mayo de 2011

En la deriva


Pintura anónima

Esta noche es una matriz germinando tu cuerpo.
En la deriva encallo en tu vientre cobrizo,
vestigio sonámbulo del sueño de las horas.
Inverosímil,
un aroma a salitre
araña en tinta azul las llagas de lo oscuro.

Suena lejano el mar
—las olas son esferas
rodando en la mirada de los peces,
con sus trabadas erres, emes, oes,
tropezando mojadas todas juntas—
Todo en él es materia de ballenas;
se encorvan espaldas de sal
ante el poder mamífero agitado.

Más cercanos percibo mis dominios.
Limitando a mi diestra,
el trigal ondulante y un túnel fascinado
donde pestañea un pavo real.
A la siniestra,
un navío se hunde en la laguna blanca
mientras el manantial derrama sus espejos
en flores que no miran.

Se calienta el mercurio de la sed
y en mi ojo dilatan
las cruces de la noche muerta.
Una lluvia azabache corre detrás de ti
―remando al frente, dos astros gemelos.