sábado, 28 de junio de 2014

Muerte en Noviembre

Geogre Dyer. Francis Bacon.

Allí sentí
la gran estafa de la vida,
cuando empecé a vivir la muerte de mi padre.
Era el tiempo de hurgar, de cachear el tiempo,
y yo lo veía llegar
en la marcha rastrera de una serpiente colorada.
Era un desasosiego antiguo
que retumbaba en las ventanas
tras el látigo de las ramas,
como en los viejos tiempos
cuando el miedo se descubría
en los ojos sombríos de los perros.

Sí, fue allí que sentí el chantaje
de la vida, en los silencios
de sus mandíbulas al dislocarse,
en los sonidos que miraba
a través de su cráneo transparente,
y en el quieto vacío de la boca
con la mota de polvo que flotaba,
una contemplación que borró el llanto
y todas las palabras,
como si entrase de repente en la estancia
la luz oscura
de los tulipanes negros de Holanda.

Yo sabía que contemplaba
la otra orilla, que venía a mí
como un mirlo a las manos.

viernes, 13 de junio de 2014

Dúas máscaras de neno

Fotografía de Xaime Oroza

Estou a comezar un canto
mentres ti terás que rimar
o silencio que esvara entre as palabras:

Dúas máscaras de neno
entregadas ao Sol,
alburgaban a nosa infancia.
Naquelas idades, na tarde,
as estrelas caían nos piñeiros,
e os seus brillos quedaban
nuns ollos vellos
que non os vían
pero si os douraban.
Alí tamén están as túas mans;
as palmas diminutas aínda abertas
aos miolos da hora
que sempre enlean
as ramas roibas,
e mesmo as sombras pálidas.

Miro ao pasado, e non está;
miro adiante
e o reverbero non me deixa ver.
Miro onde estou, e alí son;
existo na onda verde
que nace
do manancial mariño;
esa escuma que nos azorra.

Sairá a imaxe do pensamento?
Regresará o reflexo ao corpo
do espello?

Eu son como unha ponte
con toda a súa pedra derramada,
e quero
levar os ollos ben ao fondo, á conciencia
dun centro.
Pero os meus versos
van ao centro da nada.
Non teño
as palabras para buscar,
para dicir as cicatrices
da auga.

Aínda que...
Realmente, hai algo que dicir?

Versión en castellano

Estoy a punto de iniciar un canto
mientras tú tendrás que ritmar
el silencio entre las palabras:

Dos máscaras de niño
entregadas al Sol,
imaginaban nuestra infancia.

En aquellas edades, a la tarde,
las estrellas caían en los pinos
y allí, sus brillos se quedaban
en unos ojos viejos que no los veían
pero sí los doraban.
Allí también están tus manos,
las palmas diminutas aun abiertas
a esas sustancias de la hora
que siempre enredan
las ramas rojizas, incluso
las sombras blanquecinas.

Miro al pasado y ya no está.
Miro adelante
y el resol no me deja ver.
Miro donde estoy, y allí soy;
existo en la ola verde que se engendra
del manantial marino;
esa espuma que nos lleva.

¿Saldrá el pensamiento del pensamiento?
¿Regresará el reflejo al cuerpo del espejo?

Yo soy
como puente con toda su piedra derramada
y quiero
llevar los ojos bien al fondo, a la conciencia
de un centro.
Pero mis versos van al centro de la nada.
No tengo las palabras
para buscar,
para decir las cicatrices
del agua.

Aunque…
¿Realmente, hay algo qué decir?

domingo, 1 de junio de 2014

En tu compañía

El amor. Javier Clavo

¿Desnudan las ventanas toda la oscuridad?
¿Es posible que una luciérnaga
muerta
extinga una tarde entera?
¿Es posible que un cuchillo
desangre
las arenas de una playa?
En un gesto posible, los límites
pueden acorralar
a las abejas del martirio.

Pero nada me importa,
porque siempre serán
míos el pensamiento y la naturaleza
sentimentales.

Siempre seremos,
en tu compañía, los mismos
que ya no somos, y en el desánimo,
donde aparecen
los huesos de la vida.

Sí, en tu compañía un instante cualquiera
podría desaparecer.