jueves, 7 de junio de 2012

Sabe la tierra a mi abstracción



Segunda versión del tríptico 1944. Francis Bacon.

“Nada está más vivo, ni más presente, que el peso de la ausencia.
Lo que nunca regresa ya vive para siempre"
Sara Castelar

Tengo un centro sonámbulo que sabe a tierra.
Sabe la tierra a mi abstracción
—una costumbre del origen, siempre fértil;
la vereda donde la luna aplaza el luto
y se derrama el cosmos como una lluvia adolescente,
donde mar y piedra se abren a una espiral de manos suplicantes
— furioso mar diurno, de sangre imprescindible.

De repente, alguien se va
¿Quién reclama el respaldo de su costado interminable?
El ojo de la ausencia ocupa una distancia inmóvil
cuando la inteligencia deletrea todas sus plumas ciegas,
cuando la melodía de su ave inquieta
enreda el aire y extingue el vuelo,
solitaria se agarra al precipicio
deteniéndose en equilibrio sobre sus grietas.

¿Y qué es el otro lado,
la irrupción repentina
del otro lado?
Sólo memoria en distorsión.
Es un hocico grande que se dilata tumescente.
La carne de mi padre
que el tiempo descuartiza.

La primera atadura del fuego con la ausencia
concibe todo el peso de los símbolos,
su íntima constancia en el deseo.
Hay cifras que limitan y ciudades en destrucción.

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