martes, 4 de junio de 2013

Obediente a sus bestias

Caballos dibujados con trazos de manganeso. Arte prehistórico

Al otro lado de la puerta, la tierra se queda vacía.
Está el paisaje callado e incomprensible.
Sobre los campos, tu aliento
se esparce buscando la vida,
entre sus pliegues va
la salitrada esencia de tus pechos,
como aves blanquísimas, nieve
o estatuas vaporosas.
Ahora mismo me llega el sobresalto
de una pureza
que todavía no es contradicción,
y en ese trance
de tu resuello
parece abrirse el delicado borde
de las estrellas.
¡Ah… la vastedad de un espacio en llamas!
¡La herida de una idea fija, lo avieso de su ritual!

Quédate donde los pedazos del verano
ya no envejecen
y las almas arrostran una biga
de caballos embravecidos.
Cuerpos de amor,
obediente a sus bestias.

1 comentario:

Sandra Garrido dijo...

Quédate donde los pedazos del verano
no envejecen

Bellisima estampa , te dejo mi abrazo amigo