sábado, 18 de enero de 2014

No preguntes por el nombre de la llama

Soy el deseo de lo que deseo ser. Guillermo Pérez Villalba

Yo quiero desnuda la belleza
como una hembra mojada.
Quiero ciertos los días y encarnadas las rosas.
Sentir vivos el semen y la sangre,
como viva se siente la tierra con los muertos.

Yo quiero un humo blanco que vaya borrando las horas
o una pena subterránea con dientes pequeñísimos.
Quiero los caminos perdidos
para reunirlos a todos,
la delicada arcilla de tu voz,
un momento de vuelos, un instante de centros.

Yo quiero transparencias desesperadas,
tus labios jadeantes de una noche fría.
Hay hielos profundos en tus ojos
y una crecida soledad.
Percibo en ellos los minúsculos manes
de la oscura luz que ilumina los olvidos
-rizada entraña empozada de cenizas.

Yo quiero sentir la pedrada del silencio
sobre tu corazón insomne.

Afuera, las ventanas envuelven las estrellas.
Sin residuos el viento se lleva los signos.
Pronuncia ahora aquella orilla de los brazos,
aquel desvío de horizontes
pero no preguntes el nombre de la llama.

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