sábado, 29 de noviembre de 2014

Una mujer desierta (soneto en alejandrinos)

Desnudo acostado. Amadeo Modigliani.

La esencia del sudor de una mujer desierta,
se queda para siempre, como la blanca edad
de los adolescentes; en su complicidad
hay algo que exaspera: una embriaguez incierta,

el denso aire en los ojos, esa piel boquiabierta.
Reluciente, preñado de arrojo y soledad
su vientre es la marea de la necesidad,
donde crece una voz que en un pulso despierta.

Ahora que mis brazos son su cuerpo y sendero,
su jungla turbulenta imagina y enciende
la estrella derrumbada en algún sumidero

de una espiral nocturna, que remontando asciende
al origen perdido de un ávido guerrero,
de su llaga de vida, del placer y su duende.

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