viernes, 20 de mayo de 2016

La Insua



La Insua. Lobadiz. San Jorge. Ferrol

Es aquí donde rueda, por estos campos curvos,
imperecedera, mi infancia.

Se aquietan los colores,
los primitivos cielos,
cumpliendo la onomástica de la Insua y sus ruidos.

En la profundidad,
despierta la expresión saludable del tiempo
y se enciende doblándose
en Lobadiz, donde el aire se ensancha.

He separado espuma y tierra.
Desde el nivel de la camposa
está la distancia sin brújula,
y siempre el mar,
encorvado bajo las piedras,
reconstruyendo un mito de aromas instantáneos.

En algún sitio desnudado en mí
se despliega el candor de una ternura antigua.
Arde la exploración del ver
y germina de nuevo en un territorio
que solo es realidad en los paisajes esenciales.

No hay otra ilustración sino mirar
y apropiarse de todo, porque todo es en mí
espontáneamente.

Es difícil parir un paisaje,
por eso se concibe en madurez.
La madurez es árida.
Es un contorno cálido y explícito.
Su ocaso es penetrante y su acento más puro.

El paisaje se extingue en mí,
pero yo permanezco porque soy tiempo
y el tiempo vaga de un lugar a otro
sin darse cuenta.

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