martes, 10 de mayo de 2011

El resplandor de las libélulas


Impresión, sol naciente. Claude Monet

Cuando la noche cae
se enciende el brío
de las ávidas flechas.
La luna y sus estratos de sábanas profundas
esparcen la ceniza de unos pechos deshojados
―persiguen la belleza
como a una misteriosa tempestad,
y tú eres la miel de las llagas
o el hongo luminoso que micelia la sangre.

¡Que se tensen los arcos!
¡Que se hiendan los bosques!
y gustemos del ámbar
que derraman los pinos.
Todo enmudecerá
mientras los manantiales
encorvan los relámpagos,
mientras se electrifica el néctar,
y la sed de un aullido
desgarra la metamorfosis.

Mi placer es el río ―su estallido de insectos
cuando un lazo de tu fragancia
anuda el resplandor de las libélulas.
En el acero de tus ojos
redobla una campana
subyugante en la luz de las aguas inmóviles.

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