
La mujer entrada, la mujer preludio,
la gran mujer en la revelación del verde tronco,
del triunfo de la piel bañada en la saliva
y en la humareda del sudor.
Ojos y sienes fuertemente sensitivos,
su canto golpeaba el bosque,
vibrando las maderas de repente.
Su tormenta rompía el núcleo;
desviviendo la furia se invadía.
Vertida toda junta
se enamoraba del fulgor de las profundidades.
Los eléctricos dedos mimaban con candor
las flores blancas de los muslos,
la carne ardida a fuego lento.
Acaricié sus pechos
como a dos aves coloradas
o a los geranios de otro mundo,
y fue por eso que la amé
con la esencia que viene de lo otro.
2 comentarios:
Ya tuve ocasión de disfrutar y comentarte este poema en los foros Alaire; encontrarlo aquí es renovada ocasión de disfrute, amigo Ferreiro. Enhorabuena.
Salud
Ferreiro,
me gusta mucho este homenaje a la mujer como fundamento, como basamento de lo nuevo.
Un abrazo
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