miércoles, 23 de marzo de 2011

La huella indígena


El fuego del crepúsculo resplandece con ira
en los campos de trigo, el ansia del viñedo
llena vientres amargos con el mosto del miedo.
Muerte más muerte avanza su evolución de espira.

Las altas horas son un espacio que gira
al corazón oscuro, útero del hayedo;
cuerpo que da la sed, el coraje de un credo
—amamanta los tigres con un cosmos que expira.

Sólo la huella indígena suspendida en la llama
del sueño que sumerge a la luna en el río,
será el soplo que exalte la avidez de la flor,
aquella que sucumbe delirando su fama.

Angustia de la rosa cuando el cauce sombrío
lleva infecto el aroma de aquel vivo candor.

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