miércoles, 9 de marzo de 2011

Que no se quiebre el límite


La perspectiva del origen es cuántica.
Nace y muere a la vez.
Está allá y está aquí su impreciso caudal.
La forma y el sentir del cuerpo
es fragmentaria;
se rompen los perfiles y al instante son otros.

Me entregaste la noche
como un fondo de dioses ebrios.
El útero engendró
todo lo que después fue cántico.
Sentido puro.
Lo que el semen reparte profundamente encerrado;
la luz toda, todos los sueños.
Lo que la vida multiplica,
sus residuos.

El dolor culminó la aparición del día.
Su número se abrió extasiado;
comprendió al fin su irrepetible incendio.
Pero quedó tu permanencia en todos los objetos.
Quedaron con tu vida contenida,
aprehendiendo su instante inmóvil.

Que no se quiebre el límite,
la honda imagen,
cuando ya lagrimea su confusa caricia,
su estampa pálida,
la sombra.

No hay comentarios: